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Preguntas Frecuentes
Cuando tienes una relación de pareja con alguien puede haber diferentes elementos que te hagan mantenerte con esa persona, como el compromiso, la amistad, la pasión… pero para dar respuesta a esta pregunta quizás sea más significativo darle la vuelta a la manera de formularnos la cuestión
¿Qué me hace pensar que mi pareja ya no esté enamorada de mí?
¿Ha sucedido alguna situación que te haga pensar que ya no siente lo mismo por ti?
El respeto, el buen trato, la confianza, la comunicación, la sinceridad, la lealtad… suelen ser valores importantes en nuestras relaciones de pareja, que cuando alguno de ellos falla, hacen saltar nuestras alarmas y preguntarnos justamente esto:
¿Me seguirá queriendo? ¿Acaso ya no estará enamorado/a de mí?
Desafortunadamente no tenemos una respuesta infalible a esta pregunta, pero sí podemos preparar un camino a la comunicación con nuestra pareja previamente habiendo valorado qué estamos echando de menos.
Las rupturas de pareja se suelen vivir como un fracaso, no solo de relación, sino también de vida, veremos que no es así.
En el proceso amoroso hemos de integrar el concepto de duelo o despedida como parte de una etapa que dejamos, para iniciar otra nueva.
Este hecho lleva consigo cambios y generalmente sufrimiento.
Cada persona lleva un ritmo diferente y las vivencias de esa experiencia suelen ser distintas, también dentro de la pareja que ha decidido esa ruptura.
Hay dos maneras de despedirnos:
Quedarnos anclados al pasado para que cambie (algo que es imposible) lo que lleva implícito un sufrimiento sin sentido o bien situarnos en el presente integrando la etapa que hemos de dejado atrás extrayendo lo positivo.
Esto significa transformar o reciclar, es decir quedarnos con lo bueno que hayamos vivido como una experiencia de aprendizaje para el presente.
Cuando queremos a alguien, y pensamos que nuestra relación o la reciprocidad de nuestros sentimientos está en peligro, podamos sentir miedo a perderlo.
Los celos son una respuesta emocional a ese temor de pérdida.
Como cualquier emoción es normal que podamos sentirla y no pasa nada, no nos convertimos en malas personas por ello.
Lo que sí debemos tener en cuenta es que nunca son una muestra de amor, sentir o que sientan celos por nosotr@s NO es romántico.
Son una consecuencia de una mala gestión de nuestras emociones, en este caso del miedo a perder a la otra persona.
El problema no es sentirlos, la dificultad reside en que para mitigar estos sentimientos tan desagradables llevamos nuestra relación al límite, exponiendo a nuestra pareja a situaciones de mucha presión y control.
Lo que es malo es controlar el móvil de nuestra pareja, decirle con quién puede o no puede salir y ver estas acciones como un acto de amor.
Debemos aceptar estos sentimientos e intentar comprenderlos, buscar de dónde vienen y comunicarnos de forma positiva con nuestra pareja, no solucionarlos con control.
Cuando los y las jóvenes, plantean esta pregunta, normalmente va referida a la primera penetración vaginal en una relación heterosexual, sobre la cual existen infinidad de posibles respuestas no sujetas al conocimiento sexológico y sobre la que hay un sinfín de expectativas, que nada tienen que ver con la realidad.
La respuesta al por qué a tantas mujeres les duele la primera penetración vaginal, sí tiene mucho que ver con todas esas expectativas que emergen de la cultura que envuelve al primer coito; y si aterrizamos está determinada practica a la realidad individual que viven las adolescentes de hoy en día, poco o nada tiene que ver con lo que esperan de su primer coito.
Puesto que dentro de todas esas infinitas respuestas (nada veraces) que hay para explicar esta pregunta, ninguna contempla que nuestras emociones (inseguridades, complejos, nervios, dudas, expectativas…) tengan el poder de controlar los músculos de nuestra vagina y lubricación.
Nos ponemos nerviosas porque dicen que duele, porque tengo que estar enamorada del chico con el que tenga mi primera penetración, porque tengo que excitarle, porque tengo que estar guapa, porque no puedo quedarme embarazada, porque tengo que decirle que utilice preservativo…y son todos esos “tengo…” los que provocan nerviosismo y por consecuencia que los músculos de la vagina se tensen, dificultando (en forma de dolor) o no permitiendo la penetración.
No existe una edad exacta para estar preparad@ para las relaciones sexuales.
Solo nosotr@s mism@s podemos saber si estamos lis@os o no.
Pregúntate si te apetece hacerlo realmente, es decir, ¿tienes ganas por los motivos adecuados?
Querer hacerlo porque llevamos mucho tiempo con una persona o porque todos mis amig@s lo han hecho no nos permitirá disfrutar del momento como toca, ya que lo estaremos haciendo por presión y no por disfrutar y conectar con la otra persona.
Es importante también saber que “el sexo” no es una práctica única o que haya que hacer todo el amplio abanico de las prácticas sexuales de golpe y al completo para haberlo tenido.
Puede apetecernos hacer una práctica sexual concreta, como podría ser una masturbación compartida, sin que eso signifique que estemos list@s o queramos hacerlas todas (puede no apetecernos todavía realizar el coito).
Además, podemos querer hacer una cosa y cuando la llevemos a la práctica descubrir que no nos gusta, no pasa nada, en ese momento podemos decir que ya no queremos hacerla, podemos cambiar de opinión.
Las relaciones sexuales implican mucha comunicación para poder disfrutarlas.
Y recuerda, las relaciones sexuales no son solo penetración.
¡No! Cada relación es distinta y única, pero hay elementos clave que facilitan tener una relación sana.
Al igual que el espacio personal y el compartido se acuerdan, lo mismo debe de suceder cuando se trata de tener encuentros sexuales.
Si ambas partes deciden qué hacer, cómo, cuándo, dónde… cada encuentro sexual será satisfactorio para ambas partes.
Esto que parece bastante evidente no siempre sucede así, formando el sexo no consentido parte del día a día de muchas relaciones. Como si fuese algo que se adquiere por derecho al iniciar una relación. ¡No!
Tener relaciones sexuales pasa por una fase clave llamada consentimiento.
Puede que unas veces sea explícito y que otras, se manifieste de manera más sutil, pero lo que esto nos asegura, es que llegaremos al encuentro sexual sin presión y porque apetece.
Tampoco podemos olvidar que ese sí inicial puede convertirse en cualquier momento en un no, y para ello debemos estar atentos/as a lo que sucede durante nuestro encuentro y parar si esto sucede.
Si no hay consentimiento, no debe de entenderse como que algo va mal en nuestra relación, pueden existir muchos motivos por los cuales no nos apetezca mantener relaciones sexuales sin que estas estén vinculadas a lo emocional, es decir, “¿me quiere… o no me quiere?”.
Sin embargo, forzar a “tener sexo” si es señal de que algo va mal, bastante mal.
No debemos tener miedo al “consentimiento” porque en definitiva lo que nos viene a decir es que las puertas están abiertas y que la persona con la que estamos se encuentra preparada para compartir momentos de intimidad con nosotros/as.
*Consentimiento: expresión o actitud por la que una persona acepta o permite algo.
Vivimos en una sociedad muy preocupada por el aspecto físico, por la belleza y con una cultura pornográfica basada en penes enormes, por lo que es fácil creer que el tamaño lo es todo.
El interés de esta pregunta suele despertarse a partir de cierta preocupación por satisfacer a una chica con la penetración vaginal.
Nos brindan la oportunidad para explicar la existencia del clítoris (su localización y función), al igual que la anatomía de la vagina, puesto que un dato que desconocen es que se estima que solo es el primer tercio de la vagina el que posee sensibilidad (es solo en los 3/4 primeros cm donde la vagina tiene terminaciones nerviosas), dato que evidencia lo poco o nada que necesita el cuerpo femenino para recibir placer a partir de un pene grande.
Es muy común que los adolescentes estén preocupados por el tamaño de sus genitales, desmontar este mito es muy positivo para quitarles presión y por consecuencia aumentar la satisfacción de sus relaciones sexuales.
No.
La transexualidad tiene que ver con la identidad sexual o de género.
Es decir, con qué sexo te identificas.
En la transexualidad ocurre la circunstancia que con el sexo con el que te identificas no es el “propio” al del cuerpo o genitales con el que has nacido.
El travestismo consiste en vestirse con ropa “propia” de otro sexo distinto.
Puede ser algo puntual como un disfraz en carnaval con un objetivo lúdico y/o de experimentación, o bien, puede ser algo más habitual con la intención de expresar nuestro género o nuestra parte de feminidad o masculinidad.
No.
Una cosa es que quieras experimentar, y otra es pensar que tienes que tener relaciones sexuales para comprobar o descubrir tu orientación sexual.
La orientación tiene que ver con el deseo y con la afectividad romántica.
Comúnmente, las personas empezamos a desarrollar nuestro deseo a partir de la pubertad o adolescencia.
Una vez te aparece se dirige hacia alguien que nos gusta o nos enamoramos, puede ser alguien que conozcas o alguien que veas por la tele, en una película, etc.
Algunas personas mantendrán una relación, pero la gran mayoría no.
El hecho de no haber establecido una relación de pareja, haber tenido una relación sexual e incluso haber interactuado con esa persona no quiere decir que no puedas sentir atracción o amor por ella.
Con la bisexualidad, al igual que todas las orientaciones ocurre lo mismo.
Primero sentirás que te atrae o te enamoras de alguien y después puede ser que acabe en encuentro sexual o romántico.
En la bisexualidad existe la posibilidad de personas que solo han mantenido relaciones sexuales o de pareja con una sola persona, con lo cual, solo con un sexo y no por ello dejan de ser bisexuales.
O que sus relaciones solo han surgido con uno de los sexos y no por ello dejan de ser bisexuales.
La bisexualidad solo hace referencia a la capacidad que tienes de sentir deseo y amor por personas de ambos sexos, pero no obligación.
Al igual que existen personas heterosexuales que no han tenido pareja o relaciones sexuales.
Las relaciones sexuales no definen tu orientación, lo que verdaderamente las define es tu deseo sexual o capacidad de amar.
Aunque no existen fórmulas ni recetas para todas las personas, ya que cada persona es distinta, al igual que cada sexualidad.
Por lo tanto, cada orientación puede ser vivida de forma diferente y tiene sus particularidades.
Las ITS son infecciones que se transmiten de una persona a otra a través del contacto sexual, es decir, a través del sexo oral, vaginal y/o anal.
Aunque, hay algunas ITS que se transmiten por contacto con sangre infectada.
Son muy comunes y suele suceder a menudo, que en sus primeras fases no presenten síntomas y cuando aparecen no siempre son fácilmente identificables al ser similares a otras infecciones menos graves.
Sin embargo, esta situación de aparente normalidad al no presentarse los síntomas o pasar desapercibidos puede derivar en problemas graves de salud.
La buena noticia es que podemos prevenir las infecciones de transmisión sexual utilizando métodos barrera como el preservativo femenino y/o masculino y las bandas de látex.
Y en el caso de mantener relaciones sexuales de riesgo (sin utilizar métodos barrera), hacerse la prueba no es complicado y la mayoría de estas infecciones son fáciles de tratar.
Podemos agrupar las causas de estas infecciones en bacterianas y víricas, encontrando entre las más comunes la clamidia, gonorrea, sífilis, VIH / SIDA, herpes genital y VPH (Virus del Papiloma Humano); y las infecciones ocasionadas por parásitos como las ladillas.
Mantener relaciones con la menstruación no implica ningún peligro adicional mientras utilicemos protección como en el resto de relaciones sexuales y momentos en los que las practicamos.
Tener sexo, ya sea con penetración u otras prácticas sexuales, con la regla es una decisión personal.
Debemos hablarlo con la otra persona y acordar si nos apetece a amb@s en ese momento.
No existe ningún problema, además la regla nos permite estar más lubricadas y el placer puede ayudarnos a aliviar las molestias de la menstruación.
Aun así, es una cuestión totalmente personal, habrá personas que prefieran no hacerlo en ese momento o se sientan incómodas con ello y habrá otras que no les importe.
Lo esencial es no olvidarnos nunca de protegernos.
La regla no evita los embarazos ni las infecciones de transmisión sexual.
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